La mecha de Abril sigue encendida: “La lucha contra la dictadura tiene muchas facetas y no todas son públicas”

Entrevista a uno de los Aguadores

Por Carmen Herrera Vallejos

Espontaneidad, pero también organización hubo detrás de las marchas, plantones y tranques que irrumpieron en el país a partir de Abril de 2018. Ahora, con tropiezos naturales y desencuentros, se intenta avanzar a un proceso organizativo opositor al régimen Ortega Murillo. En el proceso de la lucha cívica muchos nicaragüenses han sufrido por los asesinatos, por la persecución, por el exilio, sin embargo, el régimen ha sido implacable con sus antiguos seguidores, con sandinistas que al ver sus ideales traicionados, por la brutal corrupción gubernamental, no dudaron en sumarse a la resistencia cívica que persiste pese al asedio y la represión, como cuenta Derlis Hernández, uno de los Aguadores en esta profunda entrevista.

La persecución y el asedio del partido sandinista a sus opositores, lo vivió mucho antes de que esa práctica se hiciera pública y se desbordara con la revolución cívica de abril. Sin abandonar su trabajo comunitario con jóvenes, desempeñó un puesto administrativo por ocho meses para un funcionario de una institución del Estado, quien después resultó responsable de la Secretaría del Frente Sandinista en su pueblo, y al renunciar, por no estar de acuerdo con el accionar partidario, lo señalaron de traidor.  Los motorizados, esos emisarios temerarios de los grupos de choque del sandinismo, lo persiguieron, acorralaron y vigilaron en aquel momento, igual ocurriría años después por su participación en el levantamiento popular de hace dos años.

Desde niño fue uno de los pocos organizados de su vecindario en grupos de sociedad civil por los Derechos Humanos de la niñez. De adolescente, se integró al voluntariado de jóvenes de CISAS que promovían en El Viejo, Chinandega, las campañas de salud sexual y reproductiva y en otra organización comunitaria en donde impartía talleres de pintura y dibujo. Cuando ocurrió el levantamiento popular nacional en contra del gobierno sandinista de Daniel Ortega, quien ostenta el poder desde 2007, sin pensarlo, y gracias a su experiencia organizativa y liderazgo adquirido en El Viejo, de inmediato se sumó a la lucha cívica con compañeros conocidos y otros desconocidos. Encabezó marchas y participó en otras acciones en su pueblo, en Chinandega y León.

Tras el desmontaje de la protesta cívica y la represión política y social desatada por el régimen de Ortega, pasó a la clandestinidad durante más de un año y medio entre Managua y Chinandega. En 2019 burló el asedio y en diciembre cayó preso en el grupo que fue conocido como  Los aguadores.

Derlis Hernández no es un nombre reconocido a nivel nacional entre los líderes emergentes que ha puesto en el tapete la lucha cívica de abril, tampoco era conocido como parte del colectivo de Managua que llevaba agua a las madres de presos políticos que hacían huelga en la iglesia San Miguel de Masaya. Sin embargo, su lucha se remonta a su infancia, a los días en que se involucraba por la defensa de los Derechos Humanos en El Viejo. Hernández no se quiso exiliar cuando se lo propusieron. Optó por la clandestinidad y el trabajo mitad organizado mitad espontáneo para apoyar a las madres de asesinados y de presos políticos.

No busca sentirse héroe ni que lo consideren ungido o que lo idealicen y luego se decepcionen como pasa con otros, con tantos. Los 46 días en la cárcel, fueron una prueba de fuego y fortaleció su convicción de seguir en la lucha contra la dictadura.

Gatonegroni, conversó con este “aguador” quizá desconocido para los managuas, pero un líder joven en El Viejo, donde hubo marchas y plantones exigiendo su liberación durante el mes y medio que estuvo en la Dirección de Auxilio Judicial El Chipote. Debido al liderazgo de su madre como líder comunitaria histórica le decían “el hijo de la Martha Flores”; ahora, dicen “la Mamá de Derlis”.

Durante más de una hora hablamos con Hernández, un joven idealista, de 32 años, que al igual que centenares en el país permanecen fuera de los focos mediáticos haciendo su trabajo,  buscando justicia por las masacres del 2018 y por la libertad de 60 presos políticos. Platicamos sobre la coyuntura política del país, el papel que jugaron los sandinistas de base en el levantamiento cívico, la cuestionada “unidad” para luchar contra el régimen y expuso su punto de vista sobre lo qué es la UNAB, la Articulación y demás siglas y espacios surgidos a raíz del levantamiento popular .

Gatonegroni: Después de casi dos años del levantamiento popular en contra de la dictadura, y pese al dolor y la tragedia que ha dejado la represión, el país dejó de ser el mismo, pero ¿hasta dónde en realidad se viene gestando un proceso de cambio que rompe con el estatus quo del poder anquilosado por 40 años y con esa dicotomía entre sandinismo y antisandinismo?

Derlis Hernández: Sí, se está dando una revolución, de hecho, desde el 18 de abril de 2018 para acá, y desde antes, se veían conatos de una revolución, o de una transformación, por usar un término que recuerde menos el trauma de la palabra “revolución”. Hubo varios atisbos de levantamientos populares, no solamente fue con la chispa del incendio en la Reserva Natural Indio Maíz, o con la huelga de los abuelos de la tercera reclamando su pensión parcial, que terminó siendo una manifestación intergeneracional, pues se vio a muchos jóvenes protestar a la par de los adultos mayores, y ser reprimidos, también, juntos. Mucho antes de la protesta del #OcupaINSS, hubo gente afectada por otros problemas sociales, y las veces que intentaron levantarse, estuvo un aparato represor dispuesto y atento a cercenar la posibilidad de esa protesta como le ocurrió al Movimiento Campesino, que estuvo luchando durante más de cinco años con el tema de la construcción del Canal. En distintos momentos también hubo represiones en León, en mina La India y Limón, y en Chontales, contra las poblaciones de mineros artesanales que protestaron contra las mineras favorecidas por concesiones del gobierno de Daniel Ortega.

Abril fue el punto culminante de esos estallidos aislados, como se ha dicho, fue la chispa que encendió la llama que se mantiene viva, pese a que por momentos la mecha se atenúa y pareciera que está a punto de apagarse, pero la llama sigue allí, prendida, y por momentos el fuego se reaviva, porque los problemas sociales por los cuales la gente se hartó del gobierno de Ortega-Murillo, siguen vigentes y acentuados a partir desde abril de 2018.

Desde el 18 de abril a la fecha han sucedido momentos claves de esta revolución cívica, como algunos la han bautizado. Creo que es el temor de muchas personas, que cuando escuchan la palabra “revolución” creen que se trata de una en armas, pero no, hemos demostrado que la lucha puede ser pacífica y que los nicaragüenses no queremos la guerra.

G: Siempre hubo sectores que se levantaban en contra del gobierno sandinista, organizaciones, grupos, pero el levantamiento de abril demostró que había una voluntad expresa, masiva de la población de luchar en contra de la dictadura ¿creés que desde abril hay un cambio en la percepción del país que queremos o del país que aspiramos o de la libertad que queremos?

DH: El levantamiento masivo es revolucionario porque el cambio no solamente se da en un sector de la sociedad, esto llegó a afectar desde el más grande hasta el más último. El más grande en el tema económico, que es lo que más le duele, las grandes empresas; pero en la calle se expresó gente que nunca esperé ver en una situación así, principalmente en marchas masivas, a gente de todas las edades, de toda clase social, a los chavalos marginados, a los que les dicen de la “alta sociedad”, a todos mezclados en las calles. De momento vos mirabas a un lado, a gays que son marginados, a chavalos que son marginados (porque los consideran vagos, pandilleros), mirabas a gente de dinero, a la gente de sociedad que frecuentaba clubes sociales, iglesias. Fue una mezcla de tantas cosas, porque el problema de vivir en una dictadura no solamente afectó a uno, sino que nos afectó a todos.

La masividad y la diversidad del levantamiento en contra del régimen fue y es una revolución, que se dio al ver la represión y asesinato de estudiantes universitarios, del golpe a las personas de la tercera edad, y los cambios en la sociedad se dan desde eso.

Desde hacía tiempo que la gente se daba cuenta que la economía cada vez iba más mal, que iba y va en decadencia, el tema de la educación que es una desgracia, la politización de los medios de comunicación, de los centros de estudios, realmente esto va más allá de solamente una persona, no es solamente un sector el que siente la crisis del país.

G: Algunas personas afirmaban que el sandinismo gobernaba solo para su propia gente…pero, fue en sus ciudades símbolos donde más se levantaron y resistieron durante la insurrección cívica…

DH: Realmente no gobernaban para el sandinismo. Hay muchas personas que se consideran sandinistas y no estaban de acuerdo desde mucho antes de abril con lo que el gobierno venía haciendo.

El gobierno y el régimen de Daniel y de la Rosario, desde hace mucho no estaban gobernando ni siquiera para favorecer a su base sandinista, estaban gobernando para enriquecerse, haciéndose más millonarios, y por eso en las calles, me atrevo a decir, que quien se levantó y estuvo muchas veces al frente de las insurrecciones, eran sandinistas.

Sandinistas convencidos de que lo que estaba pasando no era lo correcto, molestos con Daniel, molestos con la Rosario, con palabras literales diciendo que ellos llevaron al país por un rumbo que no era lo que necesita el país y que han cometido muchos errores, cosas que realmente no debieron pasar, desde que comenzaron a asesinar a mucha de la gente que estaba apoyándoles a ellos, dijeron hasta aquí no más, se miraba en algunas manifestaciones que quemaban la bandera del partido, que quemaban sus carnets de militantes, y muchos sentimientos encontrados.

Masaya, Estelí y Matagalpa que eran bastiones del sandinismo le dieron la espalda completamente y León, fueron los que más sacaron la cara en la lucha cívica, desde el 18 para acá. Y la resistencia de Masaya, a pesar de los embates de la dictadura, fue memorable y pasaran a la historia, como hace cuarenta años atrás cuando lucharon por la otra dictadura: la de Somoza.

G: ¿Se puede decir que la pareja presidencial terminó con el partido sandinista?

DH: Una cosa es darse cuenta que quien mandaba en ese partido es la Rosario Murillo y otra que esa afirmación se repetía dentro de las filas de ese partido, era un grito a voces decir que la Rosario llevó a la ruina al partido, en sus reuniones, en sus barrios. Y no lo dicen desde ahorita, lo dicen desde años anteriores. La poca gente que les queda está clara que ella es la que ha llevado a las ruinas lo que fue una vez el sandinismo, lo que fue una vez la Revolución y muchas personas han dicho: “me desapego, me salgo, ya no soy sandinista”.

Muchos sandinistas se sienten estigmatizados porque tienen sus sentimientos sobre lo que fue la revolución, lo que creen que fue Sandino, Fonseca, se sienten atacados por todos lados; de un lado, por los orteguistas a  quienes les dieron la espalda, y por otro lado, por el pueblo, diciendo que es lo mismo, sandinista y orteguista, y para estas personas me imagino que debe ser duro el sentir que la población los repudie, y realmente hay sandinistas que son buenos, hay personas sandinistas que no están de acuerdo… creían en un ideal y no sabían lo que hacía su partido.

Realmente hay un descalabro dentro de las bases del Frente, dentro de las pocas que mantienen por dos cosas: por temor a las amenazas o por dinero, realmente, cuando una de estas dos cosas llegue a faltar, va a ser el acabose total.

G: Hay un tema de moda para contrarrestar el poder del sandinismo burocrático, y es la necesidad que muchas organizaciones plantean de “unidad” de las fuerzas opositoras al régimen. Pero, aquí estar organizados es sinónimo de una práctica sandinista. Durante la revolución a todos los sectores los organizaron con el apellido “sandinistas” como un decreto y esto siguió así, aun en los grupos que disintieron de ellos después de la derrota en el 90. De hecho, todos los modelos de organización son copia del modelo sandinista, es decir tienen mandos vitalicios, no son estructuras democráticas, ¿Cómo se podría desmontar un estilo de organización que data de cuarenta años?

DH: Nadie estaba realmente preparado para lo que se venía, nadie se imaginaba lo que iba a pasar, ni el mismo Frente imaginó que la escalada de violencia y de insurrección de la población iba a ser tal que no les bastó con sus aparatos represores, no les bastó con la Juventud Sandinista, tuvieron que meter a la Policía, al Ejército y después a paramilitares.

No creían que la gente llegara a tanto, primero, y lo otro es que la población como tal no tiene costumbre de estar organizada, te lo puedo asegurar porque vengo de espacios organizados, desde la edad de nueve años y en los espacios en donde yo estaba, donde yo andaba, me encontraba con las mismas personas siempre en algunas actividades, foros o encuentros que teníamos, debatiendo sobre leyes de empleo, sobre leyes de  juventud y todo lo que tenga que ver con el tema de  desarrollo municipal, siempre eran las mismas personas.

El levantamiento no fue por la gente organizada. Esto fue como que tiraste una semilla y salieran miles. La tecnología, como medio de comunicación de redes, ayudó mucho también a este movimiento espontáneo.

Tampoco se puede descartar que los grupos organizados que se sumaron a la lucha y en algunos casos se pusieron al frente, sirvieron bastante en la conformación de lo que pasó desde abril del 2018 para acá, con esa experiencia se ha ido aportando y constantemente evolucionando. Día tras día se crean nuevos mecanismos, día a día se crean nuevas formas de combatir, y te puedo decir combatir, aunque no sea con armas, de contrarrestar lo que la dictadura quiere hacer, y el modelo de organización de cierta manera ha influido bastante.

También es cierto que las organizaciones que estaban de previo, que ya tenían conformación, que tenían un modelo de organización igual que los sandinistas es válido, pero no son las que vinieron a organizar todo. Hay mucha gente, muchísima gente, que está en grupitos organizados, dispersos, haciendo cosas, que no están dentro de la unidad, que no están dentro de la Alianza Cívica, que es un parapeto obviamente.

Hay gente que está haciendo muchas cosas que uno no conoce, principalmente en el campo, la gente campesina que tenía su modelo de organización desde muchísimo antes de Abril, que tenía una forma de organizarse muy distinta, y que allá es difícil, está trabajando. Yo siento una gran admiración por muchas personas que conozco, que son del campo, que tienen esa convicción, porque tienen algo que el resto de gente tal vez no lo ve, ellos tienen un amor al terreno, a la tierra, a lo que ellos trabajan, que es la forma en la que ellos sobreviven y es el espacio que le piensan dejar a sus hijos. La lucha contra la dictadura tiene muchas facetas y no todas son públicas.

G: ¿Sería apostar por la diversidad en la unidad para que funcione la lucha en contra del régimen para derrocarlo?

DH: Ese es el objetivo final, realmente hay muchos objetivos intermedios, hay muchas cosas que se quieren lograr pero creo que lo más importante de todo es que la dictadura realmente se vaya, y cuando decimos se vaya, no es que queremos que salgan del país, porque lo que queremos es que paguen, pero que se vayan del poder, y para lograr esto tenemos objetivos intermedios que algunos no los hemos cumplido pero que estamos en proceso.

A pesar de que estamos dispersos, hay cosas que se están haciendo y de cierta manera eso también ha ayudado, porque si hubiera una sola organización, un solo grupo, viene la dictadura, agarra a todo ese grupo y la lucha se cae, mientras que cuando estás disperso no saben quiénes están haciendo qué cosa y eso apoya bastante la lucha de muchos.

Por otro lado, es bueno también tener personas opositoras reconocidas y organizadas para mantener la lucha visible. A la dictadura no le conviene tener a alguien que tenga una representación pública o que tenga un poder mediático, pues no es lo mismo desaparecer a Juancito que no está organizado, que es un chavalo de barrio, de los marginados, a desaparecer a alguien que estuvo organizado por años, que es activista, que tiene reconocimiento popular, que ha hecho trabajo, que los medios internacionales lo conozcan y que genera presión,  o agarrar a algún hijo de un rico, de un empresario, que de cierta manera tiene como negociar con el régimen.

Todas las siglas conducen a la unidad

G: Quisiera que nos explicaras, porque hay mucha confusión, ¿qué es la Alianza Cívica, AC, la Articulación de Movimientos Sociales y la Unidad Azul y Blanco, UNAB?

DH: Lo que pasa es que cuando todo comenzó había grupos organizados que estaban trabajando desde mucho antes. Obviamente no se preparaban para una insurrección sino que estaban trabajando en temas de municipalismo, de organización territorial, en temas de derechos humanos, entre otros temas, entonces cuando surge el levantamiento popular, la Conferencia Episcopal Nicaragüense conformó a la Alianza Cívica para el tema del Diálogo, con el tema de la mediación, para el cese de la violencia. Se conformó la Alianza con distintos sectores y organizaciones de la sociedad civil, empresarios y un montón de gente representativa.

Pero más allá de esto, había gente en las calles en el tema de las movilizaciones, en el tema de las tomas de universidades, de la organización de barricadas en los barrios, ahí quien coordinaba era la Articulación de Movimientos Sociales, que se conformó después de Abril. Comenzaron a buscar a distintos sectores, a jóvenes organizados en movimientos sociales, a grupos que surgieron después de abril para formar algo grande, más nacional. La AC (Alianza Cívica) y la Articulación eran los dos grupos que estaban en ese momento.

La Alianza Cívica tenía el reconocimiento de la población por haber sido conformada específicamente para el diálogo, tenían la credibilidad y el poder mediático avalados por la iglesia; y por otro lado estaba la Articulación que tenía una organización territorial y la capacidad de movilización en las calles, que eran los que encabezaron la mayoría de las marchas. Había cierta coordinación en temas de seguridad, en acompañamiento, en el tema de salud, de primeros auxilios, lo que era logística, el tema del sonido, el recorrido de algunas marchas, eso era la Articulación de Movimientos Sociales.

Después de eso se hizo esfuerzos por conformar la Unidad Nacional, entonces como eran los dos grupos, pero había otros movimientos, ahí podemos decir que estaba Patria Libre y Vivir que era un grupo de acciones no violentas y había otras organizaciones, que eran aproximadamente siete u ocho que estaban queriendo conformar algo más grande. Se llegó a acuerdos, se comenzó a trabajar en una propuesta para conformar una Coalición Nacional como la que se hizo hace poco pero en vez de eso se conformó la Unidad Azul y Blanco, UNAB.

Hay un detalle que tal vez no todos saben, pero es que la Articulación estaba llevando la propuesta de la Alianza para conformar la Unidad y la Alianza dijo que iban a esperar, que iban a verlo, que lo iban a analizar y pasaron tres semanas sin respuesta. De repente vino la Alianza y comenzó a hacer una conferencia de prensa y dijo: “llamamos a la gran unidad nacional”. Los que estábamos en la Articulación nos quedamos esperando la confirmación de nuestra propuesta y AC lo hizo público sin avisarnos, igual dijimos: está bien, el objetivo ya se hizo, se llamó a una unidad.

Entonces se conforma la Unidad Nacional en la que están los distintos grupos que convergían en ese momento y la Alianza Cívica es parte, dentro de las bases y los estatutos se establece que es parte de la Unidad. Lo que pasa es que siempre se menciona como la Unidad y la Alianza Cívica cuando la Alianza es parte de la Unidad.

Después de eso, hubo muchos problemas internos y se planteó conformar algo más grande, y surgió lo que es la Coalición, en mi opinión personal es lo mismo, es como solo cambiarle el nombre, en vez de Unidad Nacional es Coalición Nacional, pero sí, entonces la Articulación queda como parte de la Unidad Azul y Blanco.

Si bien hubo experiencia organizativa de parte de algunas expresiones para el apoyo logístico, te puedo afirmar que la mayoría de acciones fueron autoconvocadas, espontáneas, lo que no impidió que muchas organizaciones sociales estuvieran detrás de muchas cosas.

La espontaneidad y la experiencia organizativa se acoplaron en la lucha cívica

G: Este fue un levantamiento espontáneo, y se notó mucha coordinación en la lucha, ¿qué pasó después de la sangrienta Operación Limpieza?

DH: La gente de la calle no quiere más comunicados, quiere acción, no quiere estar en grupos de WhatsApp en donde se arman discusiones por cualquier cosa, quieren ir y hacer cosas. Ellos quieren salir a las calles y no estar leyendo un montón de mensajes de personas que ni conocen. Me dicen: “vos decime, yo armo mi grupo, estamos disponibles”.

La gente tiene cierta apatía también a estos grupos, mucha gente critica para bien o para mal, todo lo que es Unidad, la Alianza, todo lo que es la articulación, a algunos personajes, a unos los aman, a otros los odian.

Por otro lado, a pesar de lo espontáneo del levantamiento, hay un problema en la cultura nicaragüense, y es que siempre necesitamos de alguien que venga y nos diga qué vamos a hacer, aunque no queramos estar en espacios organizados siempre están esperando a que venga alguien a liderar las cosas, cuando no nos damos cuenta de que nosotros tenemos la capacidad de liderar cualquier acción.

Hay muchas personas que sí aspiran a estar en grupos organizados y también hay limitantes para poder entrar a un espacio, porque hay ciertas normas a las que no están acostumbrados. Hay temas de seguridad a las que no están acostumbrados. Hay nuevas tecnologías a las que no están acostumbrados, y tenemos que entender eso también. Un chavalo de la calle tal vez no va a saber para que se usa una aplicación que se llama Zoom, Telegram o Skype para llamadas, para estar en reuniones virtuales o para tener esa disciplina para estar a cierta hora conectado en una reunión o muchas veces la limitante es el tema de los recursos, tener para una recarga,… hay muchas cosas que limitan pero hay muchas cosas que son más de actitud y de mentalidad distinta, de no querer estar dentro de la norma.

G: Hay muchas historias de gente vinculada al sandinismo o militantes que se unieron a la lucha, y sobre ellos el peso de la represión fue más cruel…

DH: Aparte de la vinculación con mi familia (sandinista), era porque en algún momento estuve trabajando dentro de las estructuras del Frente. Estuve trabajando para una persona en el MAGFOR, no era directamente para el Frente, es decir, a esta persona la llamaron para ser Secretario Político y al final no quedó como Secretario. Eran tres personas las que mandaban en el municipio y pues yo me había retirado de trabajar con él en el MAGFOR, y me dijo, me llamó que fuera su secretario particular, mi mamá me dijo que fuera, de cierta manera mi mamá me dijo que aprovechara, obviamente como era del partido, me dijo que entrara.

Luego de eso me ofrecen que fuera el secretario de los tres ellos. Estuve casi por ocho meses con ellos y me retiré por muchas cosas que no me gustaron, por eso sufrí, años atrás, asedio y acoso en los espacios organizados en que los que yo estaba. Me decían: “Mirá, tenés que pedirnos permiso a nosotros si te querés reunir con tal persona”. Era un hostigamiento terrible, siempre andaban personas en motos siguiéndome, fuera donde fuera había alguien tomándome fotos.

En esos años tuve que salir del municipio, me fui a vivir un tiempo a Masaya, estuve un tiempo en León, y en otros municipios, y fue después de pasado algunos años que regresé y después, de Abril para acá, fue peor porque ahora sí había licencia para matar sin que les hicieran nada.

G: Cuando fuiste preso, junto a otros activistas de Managua, en momentos que llevaban agua para las madres de presos políticos en huelga de hambre en Masaya, tu mamá dio declaraciones fuertes contra el partido sandinista en el que dijo militó 40 años, esto conmovió mucho pues por ella la población se dio cuenta que había dos chinandeganos en el grupo de los “Aguadores”, vos y tu hermano. Ella pidió la libertad de todos. Sus declaraciones fueron conmovedoras…

DH: Mi mamá tiene muchos sentimientos encontrados todavía. Tiene muchos dolores y muchos duelos también.  De manera clandestina estuvo acá en Managua, desde que yo caí preso, incluso dio palabras muy fuertes de renuncia a todo lo que estuvo vinculada y todavía tiene muchas cosas que la hacen llorar. A veces me pide perdón por algunas cosas.

Ella tiene sentimientos muy arraigados, tiene cuarenta años de haber hecho cosas creyendo en un partido, creyendo que ese partido era la mejor opción para Nicaragua. Pero más allá de eso, ella hizo muchas cosas en las comunidades a título personal…hubo algunas actividades en El Viejo por la liberación mía y de mi hermano de lucha, hicieron vigilias, banners y entregaron agua con nuestros nombres, hicieron purísimas vandálicas, hubo movilizaciones, no sólo en El Viejo, también en Chinandega y en otros lugares y allá en El Viejo ella es una figura muy conocida y querida por su entrega al trabajo comunitario.

Hoy en día, los papeles se han invertido un poco porque antes a mí no me decían Derlis, a mí me decían el hijo de la Martha Flores, porque era ella la figura, ahora es lo contrario, dicen es la mamá de Derlis. Son tantos los cambios que ha vivido de un tiempo para acá, pero ella sí tiene mucho cariño de parte de la población, hay cierto grupo que son minorías, que la odian, pero hay bastante gente que la apoya, más allá de ser sandinista, orteguista o no, el cariño que le tienen como persona supera las expresiones de odio.

Mucha gente de familia sandinista o de militantes que se han unido a la lucha contra la dictadura han sufrido mucho como yo. Muchos sandinistas, no orteguistas han sufrido por su condición. El problema es que la gente les dice que son la misma cosa, pero es una campaña también de desprestigio, por un lado los ataca el mismo partido porque se les voltean, y por otro lado los ataca la gente que se dicen ser azul y blanco, discriminándolos por ser sandinistas y en las calles lo vas a ver, así lo dicen, son la misma cosa y se escucha feo pero, esta gente ha perdido también a algunos familiares, hay presos, hay exiliados, hay gente desaparecida, hay gente que está presa todavía que es sandinista. Hay familias enteras que han tenido problemas de desunión por lo mismo. Lo que yo pasé con mi familia fue horrible.

Mucha gente orteguista o que en algún momento apoyó a Daniel Ortega y a la Rosario Murillo hoy ve que esas figuras de autoridad que ellos miraban como los grandes revolucionarios, como los grandes héroes de los cambios de Nicaragua desde el tiempo de la Revolución, son una falacia, son una mentira…después de los sucesos de abril para acá eso ha venido cambiando, tantas muertes, tantas personas encarceladas, tantos desaparecidos, tantos exiliados, han hecho que está gente se replantee, que piense realmente qué es lo que estaban apoyando, qué es lo que estaban haciendo y se dan cuenta que Nicaragua necesita un cambio, y no un cambio superficial sino un cambio profundo, un cambio desde lo mínimo hasta lo más alto, de funcionarios, de instituciones del Estado, de separación de poderes, de justicia.

Se trata de rescatar lo que significa la palabra justicia porque decir justicia abarca todo: Justicia para las madres de los asesinados, justicia para las personas que están encarceladas, para que realmente salgan en libertad. Queremos justicia por los crímenes de lesa humanidad que el gobierno ha cometido, queremos justicia para personas que están lesionadas por la dictadura, personas con problemas de discapacidad o con problemas mentales, separación de la familia…

De niño defensor de derechos a ser parte de la banda de “Los Aguadores”

El FSLN no perdona a nadie disentir de su corrupción. Este es el caso de Derlis, quien proviene de una familia sandinista y de una madre que ha militado por 40 años en ese partido. El drama que ha vivido por esta condición ha sido una de las experiencias más duras desde abril 2018. A su madre, algunos del Frente, la atormentaban diciéndole que la cabeza de su hijo tenía precio.

G: Ahora quiero que hablemos de vos, de tu historia de compromiso social, ¿cómo te identificas?, ¿Por qué tenés ese sentimiento de responsabilidad social? ¿De dónde lo adquiriste?

DH: Yo comencé en una organización que se llama CISAS (Centro de Información y Asesorías en Salud), tengo 32 años. Eso fue hace bastante, tenía tal vez ocho o nueve años y comencé en un programa que se llamaba De Niño a Niño, era un programa de formación para niños, que iban a capacitar a otros niños. Teníamos clase de teatro, de facilitación, teníamos un montón de cosas que servirían para estar en espacios organizados. Después de recibir estos talleres yo los replicaba a otros niños, visitaba comunidades, colegios, viajaba a otros espacios y a través de esa organización como tal estuve después relacionado con otra y con otra, y a lo largo de mi vida he estado en espacios organizados. He conocido un montón de personas en todo el país.

Mi trabajo social fue siempre en El Viejo, conformando grupos de jóvenes, redes juveniles, organizando algunas cosas territoriales, buscando como captar a más jóvenes, hacíamos cosas, íbamos a cabildos de la Alcaldía, los supuestos cabildos informativos y me metí de lleno al trabajo social. Estuve hasta antes de esto, trabajando casi dos años en una comunidad que es una comunidad muy pobre, marginada que se llama La Unidad, conformé con otros amigos un colectivo, “Los jóvenes somos diferentes”, llegamos a la comunidad a trabajar de lleno con niños, realmente a lo largo de mi vida he estado en muchas cosas…en esa comunidad nosotros íbamos e impartíamos clases (a niños trabajadores), yo impartía clases de dibujo y de pintura, mi hermano impartía teatro y otro impartía danza.

Estuve estudiando administración de empresas, ingeniería en sistemas, inglés, operador en mantenimiento de computadoras, redes, software, casi nada asociado al tema de trabajo social, y quise, pero no pude estudiar Trabajo Social.

Cuando me uní al levantamiento popular fue en Chinandega, ahí comencé yendo a las marchas, como todos, autoconvocado, y de repente pensábamos: necesitamos hacer algo, necesitamos hacer cosas, nos encontrábamos con otros chavalos que iban al frente de las marchas y así nos fuimos identificando y nos organizamos: el grupo médico, el grupo de chavalos que llevaban agua, que andaban con megáfonos, y de momento fue que nos reunimos todos y comenzamos a intercambiar números de WhatsApp y a hacer los grupos, después de eso conformamos el Movimiento 19 de Abril, que no quisimos ponerle Movimiento Estudiantil como la mayoría porque había gente mayor, había de todo.

Después de eso buscamos como organizar a la gente en los municipios, ver quiénes estaban trabajando, que se organizaran y hacer algo más departamental, luego nos conectamos con el  Movimiento 18 de abril de León, ahí conocí a los muchachos del movimiento y teníamos organización más regional, algunas cosas se hacían en conjunto, a veces íbamos a León, a veces ellos llegaban a Chinandega, fue difícil por el tema de la represión, intenso porque en el caso de Chinandega fue algo distinto, nunca hubo un tranque de 24 horas, se intentaron hacer unas barricadas, unos tranques esporádicos, pero el asedio de la Juventud sandinista y los antimotines, sumado a la cantidad de toma tierras, en contra nuestra dificultó la conformación de tranques.

Más de 5,000 “toma tierras» hubo en Chinandega, te los encontrabas en la carretera a Corinto, salida a León, a Somotillo, carretera a El Viejo, en todos lados hacia donde nos dirigíamos había toma tierra. Habían traído gente de las comunidades a que se tomaran esos terrenos y gente armada. Entonces, si intentabas hacer algo, inmediatamente tenías a los paramilitares y toma tierras. Era muy difícil, sufrimos asedio, persecuciones, hostigamiento, infiltración en los grupos, que siempre pasa.

G: ¿Después de la Operación Limpieza, vos eras parte de los perseguidos políticos?

DH: Sí, de cierta forma yo no podía regresar a mi municipio, era muy difícil, porque es un municipio pequeño y todos se conocen. La casa donde vive mi padre fue la primera casa de campaña y la casa donde hubo reuniones del Frente hace casi cuarenta años. Entonces fue como lo primero en donde el Frente se instaló en el municipio de El Viejo.

Mi mamá era muy orteguista, ella tenía a Daniel y a Rosario como sus figuras de poder, tuve discusiones intensas con ella, me fui de la casa, estuve más de tres meses que no hablaba con ella. Mi papá era más consciente, mi familia igual pero no podía llegar a la casa. Incluso fue como ya no te quiero ver, vos no sabés, vos no has vivido lo que es una guerra, este montón de chavalos, no saben, son unos niños, sólo viven en las redes sociales, están mejor en sus casas, nada tienen que andar haciendo en la calle. Ese tipo de expresiones, escucharlas de mi madre era muy difícil para mí porque yo sentía que tenía una venda en los ojos y que realmente no se la quería quitar.

Estuve mucho tiempo fuera de la casa, andando de un lado a otro, durmiendo con amigos o amigas, a veces sin comer, te soy sincero, a veces sin un córdoba siquiera para el pasaje pero siempre haciendo cosas, siempre andando de un lado para otro, visitando personas, organizando cosas, mi hermano, yo y otro grupo de chavalos.

Fue bastante difícil por el tema de la organización, no todos estaban acostumbrados a eso, pero si nosotros teníamos experiencia en esas cosas y así pasé un tiempo. En agosto tuve que hacer algo que nunca había hecho, siempre anduve en las manifestaciones con mi rostro cubierto, nunca había andado con el rostro descubierto.

La periodista del Canal 10 me dice, tenés que aclarar ciertas cosas, porque había problemas internos allá en Chinandega con el movimiento, había discusiones y la gente no sabía quién hacía qué cosas, entonces me dice, alguien tiene que dar el rostro por el movimiento, te voy a hacer una entrevista, ese día decidí irme sin nada, fue el 15 de agosto del 2018, sólo con una camiseta blanca, y pantalón azul y me pinté la cara de azul y blanco.

Di la entrevista a Canal 10 diciendo que éramos los del Movimiento 19 de Abril, que éramos los que estábamos en las calles haciendo cosas y después de eso, cuando llegamos a donde dejábamos el sonido, había gente esperándonos, paramilitares y policías, nos siguieron durante cuarenta minutos. Eso fue en Chinandega, me siguieron hasta El Viejo, la camioneta en la que íbamos prácticamente la retuvieron…pensamos que nos iban a matar. Después de eso llegué a la casa sólo medio abracé a mi mamá, no fue como una plática tan intensa. Mi mamá sólo nos miró y miró la camioneta con los cristales desbaratados y todas las cosas y tuve que dejarlo ahí, le dije: “Me voy de la casa”.

Unos amigos nos consiguieron para el pasaje y donde quedarnos en Managua, así fue como empezamos la vida clandestina, porque antes andábamos de un lugar a otro, de cierta manera clandestina, pero teníamos varios puntos donde movernos, y aquí en Managua fue más difícil, estuvimos dos noches en un lado, otras noches en otro lado. Fue muy difícil y en ese tiempo todavía no hablaba con mi mamá.

Me reconcilié con ella a mediados del 2019, fue casi un año lo que pasé sin conversar con ella, sin que ella diera su brazo a torcer, porque mi papá le reclamaba, le decía que hablara conmigo, de que las cosas no estaban bien, mis hermanas le reclamaban, mi hermano menor le decía cosas y ella decía que no.

Por mi convicción yo seguí en la lucha, no me fui del país, a mi madre la amenazaron, a ella la llamaron, la amenazaron, le dijeron que me sacara del país, que me tenían vigilado, que me tenían ubicado, que sabían qué andaba haciendo, que supuestamente estuve en los tranques, que fui a León, que fui a Masaya, realmente era mentira y gente con influencia dentro del partido le decían que a mí no me habían tocado en ese momento por ella, pero que en Chinandega no podía estar, que ya tenían órdenes de agarrarme, fue muy difícil.

Antes de agosto de 2018, mi mamá me llamó un día de tantos, a pesar de que todavía no me dirigía la palabra y me pidió regresar a la casa y lo hice. Cuando llegué me metí al cuarto con ella y con mi papá, y ella llorando me decía que me saliera de todo, y me explicó que a ella le habían dicho que ya sabían en dónde estaba, qué andaba haciendo y ellos le dijeron que me sacara del país, o que me tuviera en la casa guardadito, que no anduviera en las calles.

Le dijeron que me querían vivo o muerto, entonces mi mamá me preguntó y eso todavía me afecta de cierta manera, que cuál era mi seudónimo y yo le pregunté que para qué lo quería, que para qué le interesaba saber mi pseudónimo y ella me dijo, para saber dónde debo ir a traer el cuerpo cuando te maten. Era algo que me traumaba, que no me dejaba dormir, pensando en ella, y ella sí me decía que me querían agarrar vivo o muerto. Y después otros rumores que mi cabeza sí tenía un precio, gente que me decía que me andaban buscando.

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