El estallido social en América Latina:
“El neoliberalismo de derecha y el desarrollismo extractivista de izquierda no cambió el modelo de democracia representativa; lo que dio paso a la democracia directa de las calles”
José Luis Rocha es doctor en Sociología por la Philipp Universität de Marburg, escritor e investigador nicaragüense de las universidades José Simeón Cañas de El Salvador, y de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. Sus análisis se caracterizan por brindarnos una mirada versátil y sin límites que mezclan lecturas antropológicas, filosóficas, históricas, económicas, políticas y culturales sobre lo que ocurre hoy en América Latina, que trascienden la terminología a veces fría, y poco comprensible para el ciudadano común, de la sociología. Sus escritos son acuciosos, certeros y vibrantes. No son los típicos mamotretos densos de los intelectuales. En sus artículos, Rocha suele fusionar el conocimiento científico social con un estilo coloquial, ameno, que rescata la mirada e interpretación de la gente de a pie que se ve reflejada en sus escritos a través de ese lenguaje sencillo y el uso de refranes populares. Esta mixtura, nada fácil, enriquece su lectura e interpretación de la realidad.
Por más de sesenta minutos, Gatonegroni, habló con Rocha sobre lo que parecía imposible hasta hace poco: levantamientos populares masivos desde el paraíso neoliberal chileno hasta Nicaragua[AM1] .
José Luis, ¿qué lectura se podría hacer de lo que acontece en América Latina con los levantamientos populares, desde el simbólico éxito neoliberal chileno, pasando por el indigenismo boliviano, el socialismo chavista y las tendencias izquierdistas en Ecuador, y Nicaragua?
Muchos hablan de retomar el concepto que a mí me gusta, de modernidad líquida del sociólogo Zygmunt Bauman, y decir que estamos en un contexto de política líquida donde se ve que los sistemas democráticos colapsan.
Yo pienso, principalmente, que sea o no que estemos en una modernidad líquida, la democracia representativa se ve que no está funcionando, tanto si el régimen es de izquierda o supuestamente de derecha, nunca fuimos más allá. Todos los países de América Latina veníamos de unos regímenes militares y eso es una constante de todos los países que se han levantado masivamente, incluyendo a Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, es decir, fuimos países donde tuvimos durante décadas como un poder en sí mismo o como un poder al servicio de la oligarquía, a los militares gobernando, por tanto, éramos estados donde no se ejerció lo más elemental o la forma más elemental de democracia. Eso marca, no es así nomás que un país se va a reinventar.
En Gran Bretaña, que siempre se presentó como un modelo y que fue punta de lanza en Europa en cuanto a pasar rápido al parlamentarismo y donde lograron un balance de fuerzas, ese proceso tomó siglos, incluso, los avances fueron previos a Cromwell pero claro, con la Revolución de Cromwell (Oliver Cromwell líder político y militar inglés que convirtió a Inglaterra en una república denominada mancomunidad de Inglaterra) eso avanzó bastante más. Pero hubo momentos sangrientos para que ese sistema se fuera estableciendo.
Aquí estamos menos que en pañales, en ese sentido, sólo por venir de ahí de dónde venimos, pero además, lo que aspiramos a conquistar era muy elemental: eso que se llama nada más democracia representativa, es decir el respeto a los votos, el poder ir a votar y pensamos que eso iba a producir una especie de magia pero no, eso no produce magia, eso sólo produce que llegan al poder los partidos políticos que tienen más recursos, que los obtienen por una u otra vía, que la oligarquía financió, que Venezuela les dio, o Putin o quien sea…el caso es que siempre queda quien tiene más recursos, no mejores programas, ni el que ofrece más correas de transmisión para poder ser influenciado y ser sensible a las demandas populares. Nunca se avanzó en esto en la región.
Esta realidad abarca a otros países que ahorita no están en una crisis de levantamientos masivos, sino de otro tipo como México, que también es, aunque de diferente manera, una democracia fallida, un país cooptado por los narcos. No es un país aparentemente en crisis, pero, es uno en donde se dispararon los homicidios de una manera espantosa, los secuestros, esto está más diseminado de lo que se puede ver con estos estallidos populares…
Por un lado, tenemos poco aprendizaje, poco ejercicio de la democracia en su sentido más elemental y básico; ningún paso dimos hacia una democracia que fuera un poco más profunda, es decir, donde hubieran sindicatos decentes que defendieran los derechos de los trabajadores, políticos locales que se sintieran en deuda con un electorado muy concreto, muy específico, que tuvieran que darle la cara a ese electorado, distintos grupos de presión, los gremios, que pudieran ejercer una presión sobre los partidos políticos.
¿En qué creés se parecen los estallidos populares desde Nicaragua hasta Chile?
Lo que hemos visto en Nicaragua se ve en otros lugares de una forma o de otra, aquí desaparecieron los sindicatos, en Argentina tenés sindicatos corruptos, en México también, es decir, ves que esos mecanismos o desaparecieron o nunca funcionaron. Aquí tenés sindicatos corruptos como FETSALUD o como ANDEN que tuvieron cierta independencia y después fueron cooptados por un partido político (Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN), como otra forma de corrupción y todo es rastrear la trayectoria de los representantes de esos gremios en la Asamblea Nacional y ver que nunca gestionaron nada interesante para su gremio. Es decir, existían las instancias, pero nunca tuvieron la capacidad de que sus intereses fueran representados, se convirtieron en satélites de un partido político.
Esto ha pasado en otros países de Latinoamérica, ¿qué es lo que tenés?, no hubo ni la Democracia básica ni avanzamos en profundizar otras formas de democracia, a esas que me estoy refiriendo, en donde lograras más participación y en donde los políticos se sintieran en deuda que es lo que ocurre en otros países. Es decir -a algunos no les gustaría que pusiera de ejemplo- pero, en los Estados Unidos sí funciona eso, (el candidato) sabe que va a dar la cara y eso hace también que los políticos lleven propuestas xenófobas y terribles cuando tienen un electorado mayoritariamente blanco…es terrible, para bien o para mal, pero, para bien, en general, porque se sienten que le deben algo a ese electorado. Aquí no, aquí ha habido una desvinculación y eso ha producido una desmovilización tremenda.
Como no hay correas de transmisión hacia los partidos, estos lo que hacen es la fiesta electoral, la repartición, la gran rapiña que hay cada vez que hay elecciones. Sucede que eso no funciona, la gente no se siente representada y entonces sale a las calles, y aquí lo que tenés y probablemente en Chile sea algo parecido también y en Ecuador me atrevería a decir, también, es que se impugna al gobernante de turno, pero fuera de los canales de los partidos.
Aquí la rebelión no pasó por ningún partido político, más bien al revés, cuando se acercaron algunos políticos hubo repudio o fueron completamente anulados, o sea fueron nadie, fueron uno más en la manifestación, y en Chile pasó lo mismo porque lo que hay es una falta de credibilidad, porque no funcionó la democracia electoral, porque después de décadas de militarismo, se notó que ahí la gente no tenía representado sus intereses, los padres de familia, los profesores, toda la gente cuyo poder adquisitivo se fue deteriorando, cuyas oportunidades en el mercado laboral fueron extinguiéndose, y esto es viejo.
Lo de Argentina, el resultado, la vuelta del peronismo es un segundo round después de aquella crisis monumental que los acabó, que los desplomó, que demostró la decadencia total de las clases medias, que es algo que no hemos vivido aquí siquiera, pero lo de allá fue algo demoledor. Las clases medias tenían la certeza de que sus hijos no iban a alcanzar lo que ellos alcanzaron, no es que ni siquiera iban a prosperar, es que no iban a tener ni siquiera lo que ellos tuvieron, eso produjo una enorme frustración y eso no se solucionó porque lo que siguió fueron políticas neoliberales.
¿Quiere decir que la gente ha esperado varias décadas a que la democracia de las urnas funcione y al no cumplirse con las promesas de los políticos, estalle?
El hecho que no funcione la democracia representativa, que la gente no se siente representada, tiene en un primer momento, en una primera fase larga como se vio en Chile -algunos dicen de cuarenta años- un efecto desmovilizador. Pero después viene el estallido como ocurrió en Argentina hace años, como ocurrió ahora en Chile y lo mismo también ocurrió con el movimiento indígena en Ecuador que no es la primera vez que se levanta, el movimiento indígena ha botado gobiernos y se ha cargado a un par de presidentes, ahorita no tiene, que yo sepa, la pretensión de botar a Moreno, pero se siente ya y son varios años, desde Correa arranca esto, que no le cumple lo que estaba acordado, no sólo no les cumple sino que no hay avances y vienen unas propuestas para apretar más y dejarlos en una peor situación.
En Ecuador, ellos se fueron cargando gobiernos, ahí tenés una muestra también, donde no funcionó la democracia básica (los gobiernos anteriores a Correa). Ecuador es el caso arquetipo de cómo se nota que la democracia de las urnas no basta y eso invita a cuestionar.
Esta democracia directa de las calles es la que realmente se pronuncia y es lo que ocurrió aquí, sabemos que este gobierno (el de Nicaragua) proviene de varios fraudes electorales, pero probablemente las elecciones del 2006, en que hubo una división de partidos opositores al FSLN, fuerte, es probable que esa sí las ganó, quizá o con el porcentaje que ahí se dijo, que es difícil fiarse, sabiendo quien estaba ahí al frente.
Puede ser que tampoco ganó, pero al menos en ese momento, antes de esta crisis (el estallido social de abril 2018), la base del Frente Sandinista sí tenía un treinta y pico por ciento…pero digamos que podría estar ahorita elegido, digamos legítimamente, ¿qué importa?, eso no es sagrado, es decir, hay una especie como de fetichismo de las cifras, sí el pueblo vio que esto no funcionó y que no le gustó, tiene derecho a castigar y debido a que este gobierno, a que este sistema político, electoral está mal diseñado, creo yo, es que tenemos que aguantar un gobierno con un poder casi omnímodo, en este caso mucho más, con mayor autocracia que nunca antes, aunque antes ya la había.
Y hay derecho de los pueblos a cuestionar, a levantarse porque no son perfectos los sistemas electorales, no hay tampoco que decir que lo que fue consagrado por las urnas el pueblo no lo puede botar en otro momento y eso es lo que está pasando en otros lados, por eso los cuestionamientos a Piñera, y está bien, y si el pueblo quiere sacarlo, puede hacerlo, quién dice que es sagrado, que es intocable solamente por haber ganado en determinado momento, es decir, ya sabemos cómo se gana, por mayoría de recursos frecuentemente.
¿El neoliberalismo se vendió como el modelo óptimo de la democracia representativa para restaurar económicamente a la región y la izquierda el desarrollismo?
La democracia que se ha impuesto es elemental, nunca se logró consolidar porque no hay una tradición, es débil, frágil, vulnerable a fraudes, a los grupos de interés que logren invertir más dinero… pero, además, de que nunca se profundizó hacia una democracia participativa donde los distintos grupos tuvieran también más peso. En Latinoamérica ha habido una continuidad de políticas neoliberales, no hemos tenido rupturas, sólo ha habido unos cambios en la retórica, unas variaciones en los aliados y un discurso más fuertemente desarrollista de parte de la izquierda. Es increíble también como la izquierda ha funcionado, se ha casado con el extractivismo, cada vez que subió al poder en todos los países latinoamericanos ha sido extractivista.
La izquierda ecuatoriana y venezolana fue una izquierda rentista del petróleo y las izquierdas de Bolivia, Brasil -tengo menos información de la de Chile- fueron izquierdas que pensaron ante todo en eso, en la explotación de los distintos recursos naturales y abrirle las puertas a la inversión extranjera independientemente de los destrozos que eso podría producir en las comunidades y en el saqueo de los recursos, y en eso han sido iguales. Eso fue hasta cierto nivel Guatemala, pero también ha sido mucho más Brasil, Bolivia y también han sido Argentina y Nicaragua.
En Nicaragua la inversión minera, la extracción de oro nunca se ha multiplicado tan fuertemente, que haya llegado a unos niveles tan altos, como con este gobierno sandinista (con Daniel Ortega del FSLN en el poder desde hace 13 años) al punto de convertirse en nuestro tercer rubro de exportación, entonces tenés eso, una constante, ¿qué sale de eso?, el malestar, que estalla de un gobierno presuntamente de izquierda en Nicaragua y Venezuela y en un gobierno de derecha en un momento que le tocó a Piñera, en Chile, pero le podía haber tocado a Bachelet también.
Quizás ella, otras cosas las manejó mejor y por eso no le estalló y a Piñera, que tiene unos antecedentes de corrupción monumentales, pues le estalla, y en el caso de Moreno (actual presidente de Ecuador) se explica porque tomó unas medidas impopulares para tratar de remediar los problemas que heredó de la administración de Correa, que tal vez fueron desafortunadas y debió dosificarlas pero no es que Moreno sea el demonio tampoco, sino que le tocó, le tocó arrastrar un problema que viene desde antes, desde cómo gestionó la izquierda, igual que le toca a veces a gobiernos de izquierda digamos igual, que les reviente el estallido popular.
En mi opinión ha habido un continuum de las políticas neoliberales y un extractivismo en todos los países latinoamericanos, independientemente sí son de izquierda o de derecha y esto es un poco lo que está estallando, y estalla con la izquierda y con la derecha, lo que pasa es que ahorita la gente, la propaganda que predomina es que ha saltado en Ecuador y se presume que Moreno es de derecha pero no lo es, aunque sí está portándose bien, complaciendo al Fondo Monetario Internacional pero eso hizo Correa también en buena parte.
Imagínate la ironía, tenían dos gobiernos supuestamente de izquierda, en Ecuador y en El Salvador, gobernando con la economía dolarizada, sólo desde ahí tenés el elemento estructural económico imponiéndose, eso es prácticamente una renuncia a tener una soberanía monetaria, es decir, ahí lo que tuviste fueron gobiernos de izquierda donde las grandes variables económicas estaban determinadas, en el caso de Venezuela por la exportación del petróleo y en Ecuador por las remesas y en el caso de El Salvador sobre todo por las remesas. Se imponían.
Siempre las remesas tienen un papel imponente, preponderante en economías que no han sido dolarizadas como la hondureña, la guatemalteca o nicaragüense y si encima dolarizaste la economía, lo dejaste ahí a la deriva, por lo menos, todavía el Banco de Guatemala tiene un rol quehacer, el de Nicaragua también en cuanto a los cambios de moneda incluso puede jugar y hasta extraer algunos beneficios de esos cambios de moneda, pero en El Salvador no, estás a la deriva, te viene la avalancha de remesas en diciembre y eso te produce una inflación que escapa a las manos de la voluntad de gobierno del Banco Central, ahí tenés el problema que te decía, ahí no importa sí es de izquierda o de derecha, es decir, se tomaron en su momento, los gobiernos de derecha que precedieron al FMLN, unas decisiones de política económica que son determinantes y que tienen amarrado lo que vendrá después. Esas medidas allanaron el camino de lo que vino y vendrá después.
En este contexto de experiencias igualmente corruptas de gobiernos de izquierda y de derecha, ¿qué papel juegan los militares?
El caso de los militares es distinto, en cada país, pero también tiene constantes, han sido un poder pero sobre todo en Guatemala y en Nicaragua, que son los únicos dos países centroamericanos donde el Ejército como corporación y los principales mandos, retirados o también activos, tienen unas inversiones millonarias descomunales, son como entidades estatales, un poder financiero fuerte, han tenido su banco. En Guatemala no sé sí lo tienen todavía, aquí han perdido participación, creo, pero tienen algo de acciones pero, además, es un banco pequeño el de aquí. Además de eso tienen otro montón de inversiones en hospitales, ferreterías, entonces eso ya marca que sean un poder.
Quizá aquí no han sido un poder que está interviniendo constantemente, pero se sabe que es un poder que define, en Guatemala sí son un poder que está interviniendo constantemente, pero independientemente de que sí son un poder tan fuerte como en estos dos países o no, sí hay, me parece, una constante de un retorno al militarismo, que la gente clama, incluso, de distintos bandos.
Aquí el Frente apela al Ejército y la oposición también apela al Ejército. La oposición quiere que el Ejército los salve y el Frente Sandinista sabemos que está asentando su poder en el Ejército, en la complicidad medio muda, a veces más explícita, a veces bastante parlanchina del Ejército, pero es clarísimo.
En Honduras lo hemos visto también y en El Salvador, son instituciones que han sido premiadas con mantener por lo menos en mantenerles el mismo presupuesto, aunque no somos países en guerra o incluso incrementarles como ha ocurrido en Nicaragua o en Honduras también en donde el Ejército se ha convertido en contraparte fuerte de instituciones estadounidenses en la lucha contra el narcotráfico y en otro tipo de operativos y en frenar la migración.
Entonces lo que tenés ahí es que no importa si un gobierno es de derecha o de izquierda, los ejércitos le rinden pleitesía al imperialismo que aquí lo están denostando pero que se pliegan cuando le toca al Ejército tener protagonismo y no importan las malas relaciones que eventualmente tenga Jimmy Morales o Juan Orlando Hernández con los Estados Unidos, es decir, todos los acuerdos que tienen se mantienen, se siguen firmando nuevos acuerdos, hay financiamiento y hay asesoría técnica.
Hay una voluntad de Estados Unidos de hacer de los ejércitos su contraparte independientemente de cuál sea la ideología que gobierna y se entienden entre los militares, parece que se entienden y deben pensar que es un factor de estabilidad regional, saben que es una región movediza, saben que tienen que estar, sobretodo en el norte de Centroamérica, deteniendo a demasiados inmigrantes que van hacia donde ellos pero deben de pensar que las cosas serían mucho peores sí no tuvieran esos convenios con los ejércitos como promotores de estabilidad.
Estamos viviendo un repunte del militarismo.
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¿Cuáles serían los escenarios en el mediano y largo plazo?, a partir de que está enraizado el problema del modelo, no importa sí es de izquierda o de derecha
Uno piensa que va a haber una salida suave, que los gringos intervengan más, que haya un acumulado de presiones internacionales, que se cristalicen en sanciones, en el caso de Nicaragua.
Pero, creo que esto tiene como tres tiempos o niveles, uno es el tiempo que ya ampliamos que tiene que ver con las políticas neoliberales, ese es un tiempo más largo, todo lo que ocurre ahí que tiene que ver con esas políticas, con el extractivismo, con un modelo, esto viene de décadas, con la flexibilidad laboral, con abrirle las puertas a la inversión extranjera con unas condiciones desventajosas para el país, te vendés, te prostituís, le das lo que sea, con tal de que vengan, que aunque sea proporcione empleos porque el gobierno quiere eso, reducir la tasa de desempleos.
Esto es común, esto va a tardar en solucionarse, es un ciclo tras otro y lo predecible es que va a haber otro, ahorita lo tenés en Chile, si viene otro gobierno, tal vez el siguiente no tiene problemas, pero otro que venga tendrá el problema.
Esto por un rato va a ser una constante a no ser que se imprima un giro y que el Fondo Monetario tenga un cambio y diga ahorita tengo esta otra receta nueva que es mejor.
Pero hay un tiempo que le llamo “episódico”, que no es despreciable y que ahí se ven las particularidades de cada país y estas definen aspectos importantes, por ejemplo, el nivel de violencia y de criminalidad que pueda tener la represión de estas revueltas y de estos movimientos, entonces aquí es donde importa mucho si tenés a Moreno o a Daniel Ortega gobernando en el país.
Será muy distinto, en cuanto a la cantidad de muertos, la persecución, el mantenimiento del estado policial durante más tiempo, eso no es despreciable y cambia en cada país, dependiendo de quién sea el gobernante. Dependiendo de quién sea, la situación se maneja de manera muy distinta, puede tener la misma raíz común pero al final la tragedia vinculada a la violencia se mide más en el tiempo episódico, este sería el del cortísimo plazo, el otro que mencioné que tiene que ver con las políticas neoliberales es de un plazo digo yo, mediano, pero no sabe hasta que veamos terminar todo el ciclo pero, lo veremos repetirse porque mientras no se monte otro modelo que no se asiente sobre el extrativismo, sobre la flexibilidad laboral y sobre vender tu país, eso no se soluciona, no importa sí el gobierno es de izquierda o de derecha, van haciendo básicamente lo mismo.