No es el fin del mundo: ¿Qué nos asusta del mundo de hoy, reconocernos? ¿Acaso no siempre fue así?

¿Qué nos asusta del mundo de hoy, reconocernos? ¿Acaso no siempre fue así?

La humanidad esta asustada del mundo de hoy como si no fue así de terrible su pasado: guerras, hambrunas, mafias asesinas, desigualdades obscenas, colonialismo, feudalismo, racismo, explotación campesina, obrera, violencia hacia las mujeres, masacres enteras étnicas, niños usados y abusados desde el poder…y un etc. sin fin. El problema: las ansias de poder que corre por el ADN de nuestra especie.

El descubrimiento de nuevas y más fáciles formas de vivir, trajo esperanza a la humanidad o por lo menos los más nobles científicos así lo creyeron; casi todos fueron controlados, asesinados o mandados a callar por el poder. Eso sí, estos descubrimientos beneficiaron al poder y le nombraron: modernidad, con el fin de encubrir que estos avances tecnológicos serían para toda la humanidad. Así se decidió ordenar el sistema mundo, o sea, el capitalismo, o cualquier otro sistema de dominación de unos pocos sobre muchos.

Modernidad se llamó y se llama todavía a descubrimientos científicos que facilitaron el ejercicio del poder: tecnología de sofisticación para la producción de armas letales; alimentos de laboratorio; descubrimientos medicinales para combatir las muertes y aumentar la esperanza de vida humana, entre otros grandes cambios que se originaron en la edad media, junto al auge del colonialismo europeo en África, Asia y América, dominando con creencias mágicas, mientras hacían descubrimientos que daban a entender que el homo sapiens había conquistado el bienestar de su especie. 

Lo sugestivo y como ocurre hoy en día, era que a pesar de las pruebas científicas hechas por “el hombre”, todo se daba porque un ser supremo invisible lo habría inspirado; creando así otro poder: la religión que por siglos controló el conocimiento científico; hasta que fue separado por el auge de la modernidad, sin perder su poder de influencia y aparearse con la construcción del sistema de Estado para gobernar las almas, unos; y el destino de sobrevivencia, los otros, los del poder terrenal y su explotación. Dupla que existe hasta la fecha.

Así llegamos a lo mismo, pero asustados a este siglo: desarrollo incontrolable de la cibernética, mediante su representación más compleja y admirada: la Inteligencia Artificial; en medio de las mismas atrocidades del pasado colonialismo versus globalización; guerras genocidas, versus lo mismo en la actualidad; hambruna provocada por la explotación en países colonizados ayer, versus hambrunas en Palestina y siempre en los países africanos más pobres. Y no sigo porque es más de lo mismo ayer y hoy, con la diferencia que antes creíamos que se podía lograr un mundo mejor y ahora sabemos que nunca será posible y que además no se ha demostrado aún que se terminará. Dos mil siglos cuentan que lleva el homo sapiens en este planeta.

¿De qué nos asustamos entonces? De que descubrimos que somos seres soñadores de que habíamos logrado que la modernidad nos igualará y nunca fue así; ¿o de que no somos tan importantes como para creer que salvaríamos a nuestro planeta con la parte de sensibilidad que también convive con nuestra maldad?

Que nos queda: crear nuestras propias redes comunitarias porque encima hay que convivir con poderes que dizque luchan entra sí, pero conviven y somos sus súbditos: Estados versus crimen organizado en América Latina; unidad europea y estadunidense económica y militar y otras potencias que planifican, dominan y controlan guerras absurdas por poder sin importar quienes mueran. Guerras religiosas en Oriente. Guerra intestinas en países africanos…y un sinfín de realidades vividas desde siempre.

Toca ver para adentro pues afuera no hay nada más que dejar pasar porque el sueño de cambiar las cosas pasa por no llenarse de mierda y eso es y ha sido imposible. “Basta poner a repartir chicha a un indio y conocerás de lo que es capaz”, dicen en mi pueblo y otra verdad probada: “no hay peor enemigo que uno igual a uno uniformado”, dicen los árabes; y termino con el proverbio portugués: “si la mierda tuviera valor, los pobres nacieran sin culo”.