Por Simeón Rizo Castellón
Me ha llamado la atención, picada mi curiosidad, y motivo de reflexión, en esta rebelión que se está produciendo en Nicaragua la presencia de tres palabras infaltables en los labios de los actores, en los discursos, alocuciones, conferencias, eslóganes, quejas, comparecencias y epítetos: Pueblo, Dios y Sandino. ¿Cómo explicar este fenómeno?
Una condición humana, producto de la existencia de la conciencia, es percibir el tiempo y su transcurso. Así sentimos el pasado, vivimos el presente y suponemos un futuro. Eso nos ha permitido explicarnos muchas cosas que observamos, guardarlas en la memoria, suponer el cómo se produjeron, cuál sería su evolución e imaginar sus consecuencias. El proceso es mental, tiene su base en las estructuras neurológicas del cerebro; su funcionamiento y desarrollo en las condiciones evolutivas propias del individuo y sus vivencias históricas, y aunque el fenómeno todavía no está bien conocido y explicado, tiene muchas probabilidades de ser una realidad científicamente cierta. Ya que la fe y las creencias tienen su base en las condiciones particulares del individuo, posiblemente en esos mecanismos está la explicación de la extendida y generalizada creencia, en un Dios creador, y los mitos que han sustentado su persistencia.
En muchas culturas, incluida la occidental, la creencia en un Dios creador y poderoso es lo común, aunque me llama la atención que la ofrenda más apetecida por ellos sea la sangre. Muchos humanos tienen la creencia, mítica, que la fuerza de la vida está en la sangre, por tanto lo tienen como lo más preciado para ser ofrecido a Dios. Según la etapa de desarrollo social de los grupos étnicos la ofrenda de sangre puede ser real o simbólica. El dolor o sufrimiento que produce su extracción o derramamiento, es un sucedáneo simbólico de la ofrenda sanguínea.
En los periodos primitivos, la ofrenda común era el cuerpo y la sangre humana
Nuestro ancestral dios Náhuatl, Huitzilopochtli, exigía solo la sangre, el resto era alimento para el pueblo. Esta práctica desapareció con la conquista española. En las primitivas culturas sirio-caldeas, para Moloch o Baal, la ofrenda humana se quemaba para que el humo alimentara al dios. La entrega de la primicia del producto de la tierra al Dios, animales o vegetales, es descrito en el mitos de Caín, agricultor, y Abel ganadero. Dios, que parece no era vegetariano, prefirió la ofrenda de carne de Abel, pero según la Biblia esa decisión gourmet, produjo el primer derramamiento de sangre.
La primicia como ofrenda incluía al hijo primogénito, por eso Abraham obedeció silenciosamente la orden de Yahvé, pero ya se estaba dando la transición evolutiva a otro tipo de ofrenda de sangre. La Biblia muestra cuando el obediente Abraham, decidido a sacrificar a su hijo primogénito, obedece a Yahvé que le ordena cambiarlo por un cordero. La ofrenda humana se cambia por sacrificio de animales de sangre caliente, corderos, palomas, bajo ritos especiales como todavía se hacía en tiempos de Jesús, en el templo judío en Jerusalén. Aunque parezca que el mito de Caín y Abel sucede antes que el de Abraham, en realidad los mitos son intemporales o se sobreponen. Toman su tiempo para crearse y creerse, lo mismo para desdibujarse y desaparecer.
El cristianismo hace evolucionar el sacrificio y transforma la ofrenda en actos simbólicos, el pan en carne y el vino en sangre, del cordero de Dios. De un Hombre-Dios que se convierte en ofrenda para salvación del hombre. Los egipcios y Sirio-caldeos tienen historias parecidas en la muerte de Mitra o en la muerte y resurrección de Osiris.
Para estas sociedades tales costumbres eran verdades irrefutables, por tanto creencias incuestionables, tal como en nuestra sociedad actual existen algunas creencias aceptadas, por la presión o cultura del grupo, sin discusión o análisis, la mayoría de las veces sin conocer el origen de esas creencias convertidas en verdades.
Las investigaciones antropológicas han encontrado que elementos primitivos de la religión, aparecen en los seres humanos cuando alcanzan cierto grado de evolución, ligada a la conciencia, no se han encontrado trazos de ella en periodos anteriores o en los animales. La religión evoluciona ligada a la evolución del hombre. Toda religión tiene su base en creencias personales, que dependen de su cultura, que se convierten en verdades generalizadas irrefutables, dogmas.
Quien provee y da sustento emocional y racional a estas creencias, es el fenómeno neurológico cultural que llamamos, Mitos.
Las conductas y creencias humanas funcionan por la actividad emocional y racional de nuestro cerebro, que nos permite construir representaciones mentales de la realidad circundante. Así cada quien, dependiendo de sus vivencias, experiencias, cultura, condición socio económica, deseos y necesidades, tamizadas por la condición genética, adoptamos como verdades esas representaciones mentales explicativas. Por eso cada quien tiene su propio verdad, pues cada uno de nosotros construye su propia representación mental de la realidad. Esa es nuestra individualidad, única, personal y exclusiva. Cuando esas verdades son aceptadas por un grupo de personas, mayoritario o minoritario, pasa a ser una verdad evidente, quiere decir no cuestionable, una creencia, para ese grupo. Las creencias se hacen comunes dependiendo de la homogeneidad de nuestra formación genética, territorio que compartimos, comunidad de vivencias, participación histórica común, educación similar y tamaño del grupo. Por eso hay mitos propios de diferentes comunidades humanas, unas más extendidas que otras.
Las creencias no necesitan demostración, son invulnerables al razonamiento científico o filosófico y no necesariamente tiene alguna relación con la realidad. Así existen creencias científicamente irrebatibles y otras totalmente irreales.
Las creencias pueden cambiar, no hace mucho nadie cuestionaba que la tierra era plana, actualmente son pocos los que lo creen.
Las creencias cambian por la experiencia, por las vivencias, por las necesidades, por la educación y por la manipulación propagandista. Actualmente se está usando a la neurociencia para la manipulación política y comercial de las creencias.
Gramsci decía, la revolución se hace cambiando las creencias populares, no por la fuerza del estado. Lo importante es que la gente crea que algo es bueno o justo, aunque esto sea evidente o científicamente equivocado. El nacional socialismo, el fascismo y el comunismo se basaron en verdades aceptadas por muchos como buenas, científicamente correctas, en algunos casos por una mayoría popular. Todas gozaron de la aceptación popular y de elites científicas, algunas ganaron elecciones democráticas, y todas han sido un fracaso, porque sus creencias estaban lejos del conocimiento real de cómo funcionan los seres humanos. Sus creencias las convirtieron en mitos.
La existencia de los mitos en los grupos humanos es un obvio ejemplo de la existencia de conjuntos de creencias, que tienen diferentes orígenes y evoluciones propias.
El mito es un conjunto de creencias afincados en grupos humanos en mayor o menor número, que tienen su origen en la interpretación de los hechos pasados. Generalmente nacen de dos fuentes, hechos acaecidos y personajes históricos, y se diferencian de los cuentos que son producto de hechos y personajes inventados.
Los mitos casi siempre tienen origen en hechos reales pero su interpretación es modificada por la memoria, la imaginación o deseo de que así hubiesen sucedido los hechos. Las creencias míticas nos permiten plasmar imaginativamente, nuestros deseos y sueños.
En Nicaragua, los mitos históricos, por ejemplo, están basados en hechos acaecidos en la independencia o en nuestras guerras civiles, que le atribuimos heroicidades guerreras o intenciones nobles, no documentadas; creemos: en la sabiduría de nuestros indígenas, ¨que todo tiempo pasado fue mejor¨, la valentía, inteligencia y viveza de nuestra gente etc. etc. Basta leer a nuestros clásicos historiadores, poco técnicos, como Pérez, Gámez, Ortega Arancibia y los panegiristas del Sandinismo, como Carlos Fonseca, Sergio Ramírez, Chuno Blandón y otros.
A los de personajes míticos generalmente se les atribuye características superiores, cualidades o poderes especiales.
Los personajes míticos pueden ser, admirables o execrables
Generalmente no resisten algún análisis técnico, científico o de veracidad histórica, pero tienen diferente utilidad. Los creyentes en dichos hechos, al ser dueños de una verdad obtienen seguridad personal. Para los que a falta de una explicación de ciertos hechos, necesitan creer en algo, les resuelve su ignorancia. Y muy útiles para quienes utilizan las creencias de los demás, para sus fines políticos o comerciales.
Los mitos no nacen de planificación premeditada, salvo en algunos casos paro uso específico por ejemplo en la propaganda o utilidad política o comercial de dicha creencia.
Muchas personas aceptan los mitos como una forma de afirmar su condición de persona. Así, si yo creo el mito que todos los nicaragüenses son valientes y yo soy nicaragüense, yo soy valiente, y suma y sigue con los otros mitos patrios. Así se forman los diferentes mitos nacionalistas o de superioridad racial, valentía, belleza, cultural o intelectual.
En la formación de los mitos no solo participa la memoria histórica y popular sino que también la cultura, mayor o menor, y la educación y propaganda. Son como las ondas que se forman si tiras una piedra a una poza, el círculo central, más cerca de la piedra, se deforma menos que el círculo más alejado que toma forma y tamaño diferente. En otras palabras entre más cerca está la realidad de un hecho más difícil se hace la creación de un mito, aunque siempre la propia percepción y tus creencias te hacen proclive a ver lo que quieres ver y a juzgar según tus emociones.
Hay un dicho que dice que si repites muchas veces una mentira se convertirá en una verdad, aunque yo agrego, si la mentira la dices con convicción, o sea si te crees tus propias mentiras, y si es deseado por el auditorio, la mentira se convierte en una verdad. Por eso son tan convincentes algunos psicópatas; oigan los discursos de Fidel Castro, los de Hitler son en alemán, aunque creemos lo que queremos creer o nos conviene creer. Ejemplo los nazis alemanes, fascistas italianos, y los que ¨vieron el futuro¨ en la Unión Soviética. Por eso dicen que el amor, una realidad emocional, todo lo cree y todo lo perdona.
En Nicaragua hay un mito que llena casi todas las exigencias del mito. Es el Mito de Sandino
Augusto C. Sandino fue un nicaragüense, nacido a finales del siglo XIX, sin formación intelectual formal, autodidacta, por tanto, nutrido mentalmente de las creencias y filosofía popular de la época y de su medio ambiente. Posiblemente su curiosidad intelectual se abastecía de los conocimientos, lecturas y costumbres de la época. Emigró a México donde trabajó como obrero y posiblemente absorbió “las verdades y creencias nacionalistas” que inundaban esa época post revolución mexicana. Regresó al país a integrarse a la revolución Constitucionalista del año 1926. Lo anterior solo se puede deducir dado sus pocos escritos personales.
Participó como General victorioso en los departamentos de la Segovia y cuando se firmó la paz del Espino Negro no la aceptó por considerarla injusta, impuesta por una potencia extranjera y ajena a los intereses nacionales, por tanto, no se rindió, se retiró a la montaña segoviana e inició, con el natural costo en destrucción y sangre, una guerra por siete año, que terminó con su asesinato en compañía de sus principales generales y muchos de sus soldados y simpatizantes. Asumió, aunque nadie se lo había pedido, que estaba destinado a defender la dignidad y soberanía del pueblo y la patria. Este acto histórico inicia el mito de Sandino.
Para el objeto de este trabajo no es de interés el analizar lo justo o injusta de su gesta, sino que lo atingente a la formación y costo de un mito.
Ningún enfrentamiento armado entre seres humanos o guerra, desde el momento que mueren personas, sus acciones son totalmente buenas o malas; las acciones las hacen seres buenos, regulares y malos, por tanto sus actos serán crueles y piadosos, justos e injustos, nobles y malvados, valientes y cobardes, lo único que tienen en común es la muerte y sangre que se derrama, que no tiene calificativo ni reposición y es unívoca, el costo es irreparable y la destrucción física y moral que produce a la sociedad, inconmensurable.
Los muertos y la sangre no se reponen, es la ofrenda a un ser indeterminado, un mito, que tiene tantas caras como intereses participan en la lucha.
Los mitos no los crean los muertos sino que los vivos, con sus experiencias, emociones, creencias y vivencias, deseos y utilidad.
Con la muerte de Sandino se crean dos mitos, uno de un personaje execrable, asesino, bandolero, que está bien muerto, y otro de un patriota, nacionalista, idealista, genio de la guerrilla, visionario, mártir.
El primero creado por los que vivieron el horror de la guerra y sufrieron por la inmisericorde muerte de sus seres queridos, el corte chaleco, las exacciones, robos, asesinatos e incendio de propiedades, este sentimiento fue azuzado y usado por los políticos que se beneficiaron de su muerte. No todo fue maldad.
El segundo lo crearon quienes no vivieron esos horrores, estaban lejos, en el extranjero, en occidente, cómodos escritores o pensadores idealistas o ingenuos personajes que necesitaban pretextos y razones para escribir y dar sustancias a sus quimeras, luchar contra el imperialismo o simplemente alimentar sus resentimientos, o suplir su ignorancia. No todo fue nobleza y bondad.
Lo común que tienen esos mitos es, que los vivos tratan de beneficiarse de ellos y que la sangre que alimenta el mito solo cuenta como ofrenda, alimento, para esa fuerza innominada.
La muerte de miles de personas, la sangre, el dolor, la destrucción producida por esta guerra en las Segovias, es la primera ofrenda del mito de Sandino.
En realidad no importa quién tiene la culpa de los hechos
A los muertos y seres queridos no les importa quién tiene la razón o si la causa de su muerte es noble o inicua, simplemente desaparecieron de esta vida, para una eternidad. ¿Desaparecieron, con dignidad y soberanía? quien sabe, lo que es cierto es que desaparecieron. Fueron of
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El mito ambivalente de Sandino, bueno o malo, vivió durante mucho tiempo en círculos pequeños de personas, según sus intereses.
En los años sesenta, un pequeño grupo de políticos interesados en buscar una bandera para sus propuestas revolucionarias de corte marxista-leninista, usaron su mito como enseña de sus ideales.
Durante casi 20 años, el grupo de los que crearon el mito lejos del lugar de los hechos, estuvieron sacrificando a personas en aras de defender la soberanía y dignidad del pueblo y con la utopía de crear un hombre nuevo que viviría en paz, felicidad y armonía.
El costo de ese mito hasta 1979 dicen que fue 50.000 sacrificados, si calculamos 8 litros de sangre por persona fueron 400.000 litros y si calculamos 70 kilos de carne por persona serian 3 500.000 kg,, todos arropados bajo la mítica bandera roja y negra de Sandino.
Como ven el costo de esa ofrenda, para un Dios envuelto en el mito de un personaje, es inconmensurable.
Después de la implantación de un sistema Revolucionario, supuestamente científicamente correcto, justo, popular, gozando de simpatía de extranjeros que se sentían realizados en sus delirios humanista, pero montado en una serie de creencias equivocadas, mitos, que llevo al país al caos, a la destrucción, por la soberbia del dueño de la verdad, a la polarización ideológica, e hizo renacer, en los campesinos sufrientes, el otro mito, del Sandino execrable.
Nueva guerra, nuevo dolor y sangre, destrucción y odio, todo para defender un mito rojo y negro o defender otro mito blanco y azul, pero ambos ofrendando sangre a ese Dios innominado.
Los diez años (la década de los 80, con la llamada revolución sandinista) que duró esta nueva orgia de ofrendas de sangre, costo casi lo mismo o más, que la anterior, pero ese dios es insaciable.
Después de un periodo de digestión, supongo, el germen de la dictadura y rapacidad originaria, renació en un antiguo y pertinaz creyente del mito sandinista, acompañado de un grupo de incondicionales, fieles usuarios y manipuladores del mito.
Vuelve el mito de Sandino a propiciar sangre
Pero ¿quién es ese Dios insaciable que pide sangre y el mito se lo provee?
Un Dios es un ser omnipresente, omnisapiente, eterno, que todo lo merece, que no se equivoca, y que todos debemos de obedecer, amar, servir y adorar. Muchas personas, tienen incrustados esas creencias, sin conciencia de su origen ni razón de ellas.
Nietzsche dijo hace más de un siglo que Dios había muerto, pero no era así, solo se había transformado.
Actualmente se llama: Pueblo.
Dios no tiene definición, ni limites, ni estructura, cada quien lo define según su idea.
Alguien me puede definir, delimitar, explicar la estructura, delimitación, ¿quién es o no es pueblo? Para algunos son los pobres, para otros los que pagan impuestos, para otros los que tienen el mismo pensamiento, para otros los compañeros de partido, para otros los que viven en un mismo lugar o los que son del mismo color, y podemos seguir.
Dios es omnisciente, es sabio y justo.
El pueblo no se equivoca, es sabio, decide quien es justo o inocente. No importa la realidad objetiva. Si un tribunal, apegado a las leyes, encuentra culpable a alguien, pero el pueblo lo absuelve, pasa a ser inocente por decisión popular. El pueblo decide quien es bueno o malo, y a quien expulsa del paraíso.
Obedecerás a tu Dios.
Lo que decide el pueblo, es de obligatoria obediencia. Si el pueblo lo decide es ley. Es la voz de Dios dicen algunos.
Dios necesita de ofrendas y alabanzas. Cualquier cosa es poca si se refiere a él.
El pueblo es principio y fin de toda acción humana, porque todo lo merece, todo sacrificio es poco. Se debe morir o sufrir si es necesario para la felicidad del pueblo.
A Dios lo invocan amigos y enemigos, ambos están a su disposición y para su satisfacción.
Todos invocan al pueblo como razón de sus luchas y sufrimientos, y cualquier sacrificio o dolor es poco si el objetivo final es la felicidad del pueblo.
Lo que nadie dice es, que detrás de todas las denominaciones de Dios, está el poder. El poder tiene muchas formas de presentarse, distintas caras y formas de mimetizarse.
Actualmente en Nicaragua, rojos y negros, azul y blancos, sacrificamos vidas, todo, ofrecemos sufrimientos, destruimos cualquier cosa, en nombre y para felicidad del Pueblo.
Ese es el nuevo Dios a quien ambos invocan, y ofrecen su sangre.
El mito de Sandino su enseñanza, inspiración y bandera, introyectados en la mente de muchos nicaragüenses, sin ningún análisis racional de su origen, evolución y realidad, es el medio de ofrenda de sangre que presentan al dios Pueblo.
No hay nada nuevo. La historia, producto de las decisiones de los hombres, aparenta ser recurrente o que se repite, pero la realidad es, aunque las decisiones las tomen otras personas, la matriz genética cerebral heredada, que diseña la respuesta, no ha variado mucho al ser de la misma etnia y cultura. Las mutaciones genéticas que cambian nuestras formas de ser, necesitan varias generaciones, lentas para nuestro tiempo de vida, por eso, frente a similares problemas las soluciones escogidas por personas dentro de nuestro tiempo de vida, son parecidas. Los cambios de conducta y de decisiones, se perciben cuando analizamos periodos de siglos y no de años.
Para que un zorro siberiano asuma conductas de perro, necesita 20 generaciones. La biología es la misma para los seres vivientes y más parecida en cuanto más cercano sea nuestro ancestro genético común, quizás en los seres humanos tengamos diferencias que nos haga funcionar de alguna forma distinta, pero en general está sometido a las mismas reglas generales de la naturaleza.
El mito, nuestras creencias, son las que alimentan de sangre a los dioses. En Nicaragua, el Mito de Sandino cumple y satisface a los adoradores del Dios Pueblo. Pero cada quien cree en lo que quiere creer.
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Simeón Rizo Castellón. Médico Neuro-Psiquiatra, analista neuro-científico de la condición humana, su historia y su expresión social
Portada: Milena García “SCI FI bandera nos cobija” 2015-2016, (114 x 166 cm). Foto cortesía del MADC.